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Mostrando entradas de mayo, 2008

Siete lemas para acabar con la costumbre de preocuparse antes de que esa costumbre acabe con nosotros

(Tomado del libro "Cómo vencer las preocupaciones", de Carnegie y Sálesman) La ocupación aleja la preocupación. Mantenerse siempre ocupado para que así se logre expulsar lejos la preocupación. La actividad es un medio prodigioso para combatir las enfermedades del espíritu. No disgustarse por pequeñeces. No permitir que las insignificancias, como destructores comejenes, derriben ese gran roble que es nuestra personalidad. Emplear la ley de los promedios. Preguntarse siempre: ¿cuáles son las probabilidades más seguras de que ese mal que tanto temo me pueda suceder? Si no es demasiado probable, no me asusto. Cooperar con lo inevitable. Si algo ya sucedió y no puede ya cambiarse, repetir: “Así es, así fue; no puede ya ser de otro modo”. ¿Para qué llorar por la leche derramada? Colocarle un límite al tope de tristeza que un mal puede proporcionarme, y de ahí para allá no permitirle que me siga amargando la vida. No aserrar el aserrín. Dejar que los muertos